¿Qué son
las partículas?
Existen cosas flotando en el aire. La mayoría de
ellas no pueden ser vistas. Estas cosas flotantes son un tipo de contaminación
del aire llamadas partículas. De hecho, las partículas pueden ser lo que más comúnmente
afecte la salud de las personas.
Echa un vistazo
Las partículas pueden existir en cualquier forma,
tamaño y pueden ser partículas sólidas o gotas líquidas. Dividimos a las
partículas en dos grupos principales. Estos grupos difieren en varias formas.
Una de las diferencias es el tamaño. A las más grandes las llamamos PM10 y las
más pequeñas les llamamos PM2.5.
Grandes: Las partículas grandes miden entre 2.5 y 10
micrómetros (de 25 a 100 veces más delgados que un cabello humano). Estas
partículas son llamadas PM10 (decimos PM diez, el cual significa partículas de
hasta 10 micrómetros en tamaño). Estas partículas causan efectos menos severos
para la salud.
Pequeñas: Las partículas pequeñas son menores a 2.5 micrómetros
(100veces más delgadas que un cabello humano). Estas partículas son conocidas
como PM 2.5 (decimos PM dos punto cinco, como en partículas de hasta
2.5micrometros en tamaño).
De donde provienen las partículas….
El tamaño no es la única diferencia. Cada tipo de
partículas están hechas de diferente material y provienen de diferentes
lugares.
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Partículas Asperas (PM10)
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Partículas Finas (PM2.5)
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Lo que son
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Que las produce
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El esencialismo
La ciencia moderna ha construido
su edificio conceptual y metodológico con base en la aceptación de la
existencia universal de esencias. De acuerdo con esto, todos los objetos del
mundo deben contener una propiedad que les es esencial, que los explica
suficientemente y es común a todos. Además, estos objetos pueden ser divididos
y subdivididos en grupos claramente definidos y separados respecto de los
demás, en función de las esencias particulares de cada uno de ellos, es decir,
de una característica propia de los entes que forman ese grupo y que no es
compartida por los otros. A partir de aquí el universo entero se encontraría
dividido y clasificado en conjuntos que formarían clases naturales.
Aunque esta idea se encuentra muy arraigada
desde tiempos de la Grecia clásica y sus concepciones atomistas, es el
esencialismo y reduccionismo de René Descartes el que ha tenido un impacto
mayor desde el siglo XVII hasta nuestros días. Descartes era de la opinión de
que cualquier investigación científica debería proceder descomponiendo el
objeto o sistema de estudio en sus partículas más simples hasta encontrar
aquella que contuviera la más simple de todas las propiedades, la que no
tuviera más necesidad que de sí misma para explicarse, prescindiendo de toda
relación con su entorno. Siguiendo a Descartes, se encontraría que las
propiedades de un sistema serían esas propiedades esenciales de la partícula
fundamental, las cuales se transmitirían a través de todos los niveles
ontológicos del mencionado sistema.
Con base en este principio
se desarrollaron las investigaciones de la física clásica, y de la química, que
sostenía la esencia de átomos primero y después de partículas subatómicas para
explicar el comportamiento último de la materia. En las ciencias sociales,
Thomas Hobbes y Adam Smith, entre otros, pretendieron encontrar en una supuesta
esencia egoísta y competitiva del ser humano, la base de toda organización
social, siendo la producción de mercancías y la propiedad privada lo que daría
contenido, sentido a esa esencia. En las ciencias de la vida, numerosos
biólogos se afanaron por encontrar las propiedades esenciales de cada grupo de
organismos, por ejemplo, en sus aparatos reproductores. Darwin se apoyó en
esencialismos de la economía política, principalmente de Thomas Malthus, para explicar
la evolución biológica en función de las habilidades diferenciadas de cada
especie para competir por los escasos recursos, causados por un supuesto
desequilibrio eterno, esencial entre medios de subsistencia y crecimiento
poblacional.
Pero conforme la ciencia ha
ido descubriendo y definiendo que sus sistemas de estudio se comportan,
desenvuelven y modifican en múltiples planos y direcciones, y en los que se
llevan a cabo cambios cuantitativos-cualitativos, la búsqueda de esencias en los
procesos y entidades bajo estudio, resulta cada vez más vana y obstaculizante
para el desarrollo científico. La ciencia moderna contiene una contradicción
entre su concepción esencialista y su búsqueda de interpretaciones dinámicas
del mundo. Ambos elementos resultan a la larga incompatibles. El esencialismo
supone la existencia de cualidades intrínsecas, inmanentes a todos los entes
comprendidos dentro de la clase en los que esas cualidades parecen existir;
supone uniformidades son las que hacen a las clases naturales, supone
constancia, inalterabilidad, tajantes divisiones entre entidades, lo mismo
físicas, biológicas o sociales. Todo esto, por definición, no puede explicar
los cambios, la dinámica, las transformaciones del mundo. El estudio del
universo en función de esencias y clases naturales se complica enormemente
cuando queda claro que los sistemas naturales y sociales son sistemas
cambiantes, transitorios, históricos, con relaciones causa-efecto complejas y
multidireccionales, con fronteras flexibles entre su exterior y su interior;
operando siempre en intrincados enlaces espacio-tiempo. Sobre todo, a medida en
que un sistema, natural o social se encuentre cambiando, cambiarán las
relaciones entre sus componentes, conduciendo a constantes modificaciones y
negaciones de aquello que en cierto momento fue concebido como esencial. Vale
la pena entonces poner en tela de juicio si en realidad se puede hablar de
esencias.
El cuestionamiento al
esencialismo, ha ido mostrando la base ideológica que en múltiples casos tiene
la asignación de esencias a los objetos de la ciencia. Esta ideologización
produce fuertes limitaciones, dogmatismos y fetichismos que están sirviendo a
los intereses de los grandes consorcios multinacionales, a los Estados que los
sostienen y a ideologías opresivas cada vez más salvajes.
La ciencia contemporánea
debe pugnar por un cambio claro. En vez de estarse buscando arbitrarias
cualidades esenciales, es preciso enfocar la investigación científica a la
comprensión de las relaciones en los sistemas de estudio, como el punto de
partida. Es a partir de esto como una ciencia refundada podrá contribuir a la
resolución de los acuciantes problemas mundiales contemporáneos.
Atomismo
El atomismo es una filosofía
de la naturaleza desarrollada por Leucipo y su estudiante Demócrito en el
quinto siglo antes de Cristo. Los atomistas sostenían que el mundo natural
consiste de dos cuerpos fundamentales opuestos: átomos y vacío. Siendo el
último la negación del primero; la nada.
En esta teoría, los átomos
son inmutables y se mueven por el vacío formando diferentes combinaciones que a
su vez se agrupan en sustancias. Los átomos son pensados como bloques de
construcción muy pequeños e indestructibles. La palabra atomismo deriva del
adjetivo griego 'atomos' que significa 'no cortable.' Todavía hoy en día, en
algunos ámbitos, cuando algo es indivisible, se dice que ese algo es atómico.
Durante el siglo XIX, hubo
químicos y físicos que teorizaron sobre la existencia de ciertas partículas que
formaban toda sustancia y, respetando la tradición, las llamaron átomos. Sin
embargo durante el siglo XX se descubrió que estos 'átomos' están compuestos de
entidades más pequeñas, tales como el electrón, el neutrón, y el protón. Otros
experimentos mostraron que incluso el neutrón puede ser dividido en partículas
más fundamentales, llamadas quarks.
Esto demuestra que todavía
se está buscando aquella partícula indivisible a la que se referían los
primeros atomistas, que no debe ser confundida con el átomo del que habla la
química.
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